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Ariadna Silva

La catástrofe del Prestige es un acontecimiento que se encuentra en el límite de la desmemoria. Ciertamente, podría ser un eco, una resonancia. Una herida mal curada.
Las 64.000 toneladas de fuel derramadas por el petrolero en noviembre de 2002 originaron uno de los mayores ecocidios de la historia de Europa. Una negligencia grave dentro del modelo decadente, contaminante y próximo al colapso que alimenta el mundo, fue capaz de sepultar cientos de kilómetros de costa gallega.
Friccións (Fricciones) evoca el rastro de violencia que dejó en la Costa da Morte el naufragio del Prestige. Dos décadas después de su hundimiento muchas de las rocas conservan sobre su superficie una oscuridad que remite a trazas de chapapote. En algunos casos, la huella resulta evidente; en otros, es fácil confundirla con elementos orgánicos semejantes. La presunción se incorpora como metodología de trabajo para reflexionar acerca de las tensiones existentes entre la erosión natural y la antrópica, entre el recuerdo del accidente y la desaparición de todo vestigio.
Fotografiar ciertos espacios e indicios permite reconstruir la memoria de lo ocurrido. Al mismo tiempo, ayuda a alertar de su posible repetición: el riesgo inminente continúa habitando el presente globalizado.

Nota de la autora
El Prestige se hundió cuándo yo tenía seis años. Apenas recuerdo lo que ocurrió, supongo que la magnitud del problema superaba mis límites de comprensión.
Pienso que la mayor parte de las personas que nacimos en los noventa compartimos la sensación de haber vivido todo aquello de una manera muy ausente. Éramos conscientes de que algo había pasado, pero no teníamos muy claro el qué, y mucho menos, el porqué. ¿Y qué sucede con las personas que vinieron al mundo después de 2002? ¿Cuál es su aproximación al tema? ¿Conocen, siquiera, que hubo tal catástrofe?
Como dice el poeta Ismael Ramos, “en dos décadas, el Prestige se ha convertido en una conversación de adultos mientras vamos en la parte de atrás del coche”. La fotografía tiene la capacidad de situar los silencios, de replantearlos. La fotografía es, de hecho, una herramienta de pensamiento crítico. Pensar, recordar, reparar. Fotografiar.
En Friccións sigo el rastro que permite desenterrar la desmemoria. Fotografiar las ruinas del desastre responde a mi interés por repensar el acontecimiento y, del mismo modo, invita a preguntarme por qué el recuerdo que mantengo sobre el mismo es tan poco nítido. Puede que mi inclinación por el detalle pretenda llenar esos vacíos.
Entiendo también este trabajo como un espacio de diálogo entre generaciones. En este sentido, creo que labrar la conciencia medioambiental colectiva no solo es pertinente, sino una necesidad de presente y futuro: precisamos trabajarla para evitar la repetición de todo conflicto, de toda desigualdad, de toda catástrofe.

Ariadna Silva Fernández (A Estrada, 1996). En su trabajo fotográfico y audiovisual construye una mirada sensible y crítica sobre temas de interés social. Investiga los conceptos de desmemoria, identidad y territorio desde su contexto más cercano mediante proyectos que abordan los ecocidios, las periferias o la autobiografía. Graduada en Comunicación Audiovisual por la Universitat Oberta de Catalunya, Máster en Fotografía Artística y Documental por la Escuela TAI y Máster en Servicios Culturales por la Universidad de Santiago de Compostela. Entre sus reconocimientos se encuentran selecciones en festivales y en residencias como Canon Student Program 2017 del Visa Pour l’image de Perpignan (Francia), Encontros de Artistas Novos da Cidade da Cultura, Festival de Fotografía Pa-ta-ta o Art Photo Bcn. Fue finalista del Premio Internacional Emergentes 2020 de los Encontros da Imagem de Braga (Portugal), ganadora del Premio Xuventude Crea de Fotografía otorgado por la Xunta de Galicia y ganadora de una de las Becas Albarracín del Seminario de Fotografía y Periodismo de Albarracín. Ha expuesto de forma individual en el Festival Off de PHotoEspaña (Galería My Name’s Lolita Art), en la Galería Marisa Marimón o en el Kiosco Alfonso de A Coruña. También ha expuesto en muestras colectivas en Encontros da Imagem, en la Ciudad de la Cultura de Galicia o en la Iglesia de la Universidad de Santiago de Compostela. En 2018 publica su primer fotolibro ‘Fillos do vento’ (BANCO Editorial), un relato personal sobre la Rapa das Bestas de Sabucedo y en 2019 autopublica ‘Historias mínimas’, un fanzine de relatos íntimos.

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