Entrevista a la fotógrafa Annegret Soltau
Permanent Demonstration, Performance, 1975/76
«Las artistas de los años setenta hicimos visible, públicamente, por qué las mujeres eran tan rechazadas e ignoradas en el arte»
Annegret Soltau ha decidido contar su historia de vida a través de la fotografía y la técnica del hilo negro que tanto la caracteriza. Después de pasar por una infancia complicada y sobrevivir trabajando en distintos empleos, Soltau encontró una vía de escape para expresarse libremente. La autora afirma que a través del arte ha podido plasmar sus “invenciones pictóricas” que le permiten hacer una representación realista de la sociedad en la que vivimos.
Feminista desde nacimiento, Soltau ha participado en numerosas exposiciones mundialmente reconocidas como: WACK!: Art and the Feminist Revolution; Donna: Avanguardia femminista negli anni ’70; o WOMAN. Feminist Avant-Garde of the 1970s. Works from the SAMMLUNG VERBUND, entre otras muchas.
Por Carlota Biel
En otras entrevistas hablas de tu infancia y del trabajo que tuviste que desarrollar en una pequeña granja con tu abuela. Comentas que esos años te ayudaron a formarte y a encontrar una voz propia. ¿Cuándo surgió la necesidad de expresar tus pensamientos a través de la fotografía?
Pasé mi infancia en el pequeño pueblo del Elba, en el norte de Alemania, con mi abuela, aunque apenas tuve contacto con ella. De niña, tenía que ayudar con los trabajos de la granja y no sabía que el arte podía ser una profesión. Sin embargo, hubo experiencias de inspiración posterior que ahora podría interpretar de esta manera.
Por ejemplo, después de la matanza, las mujeres tenían que coser los intestinos de los animales para prensar el embutido. Esta costura, que practicaba con mi abuela y las mujeres del barrio, ya que yo también tenía que ayudar, me marcó mucho. Ahora podría decir que fue una inspiración, porqué más tarde adopté esta técnica en mi trabajo artístico.
© Annegret Soltau | generative – self with daughter, mother and grandmother, photo restitching, 1994/1996, 65 x 105 cm
Has participado en numerosas exposiciones, la mayoría de las cuales, tienen un trasfondo feminista. ¿Tus collages e imágenes hablan de dicho movimiento?
Sí. Comencé mis estudios de arte en Hamburgo en la primavera de 1967 y me involucré de lleno en el Movimiento Estudiantil de 1968. Muchos de los estudiantes de arte estaban comprometidos políticamente y hubo manifestaciones en las calles, contra la Guerra de Vietnam y contra sus responsables. Querían liberarse de ello y reeducar y renovar la sociedad. La mayoría de los activistas eran hombres, las mujeres fueron nuevamente reprimidas y tuvieron que permanecer en un segundo plano. A partir de ahí se desarrolló el movimiento feminista.
En esa época hice grabados de las dos terroristas alemanas de la RAF, Gudrun Ensslin y Ulrike Meinhof. Más tarde me involucré en grupos artísticos de mujeres, nos reuníamos en nuestros respectivos estudios y discutíamos sobre el trabajo artístico de cada una. Había galerías de mujeres y yo expuse en 1978 en la galería Andere Zeichen de Berlín, fundada por una pareja de lesbianas y en la que no se admitían hombres. Era la época en que las mujeres reflexionaban sobre sí mismas y tenían que encontrar su propio camino.
© Annegret Soltau | Gudrun Ensslin 1+2, 1973, aquatinta etching
© Annegret Soltau | Gudrun Ensslin 1+2, 1973, aquatinta etching
En Alemania, Alice Schwarzer fundó la revista femenina EMMA, que aún existe. En Italia se publicó el manifiesto Rivolta Femminile, que proclama la «autoconciencia» de las mujeres. Todas estas actividades y movimientos encontraron su expresión en mi obra. Me liberé de las técnicas tradicionales y aprendidas y encontré una forma de expresión completamente nueva. Tomé el hilo negro -haciendo referencia al hilo de coser que la autora usa en sus obras- que para mí simbolizaba una línea y «dibujé» con él sobre la piel y el cuerpo.
En un autoexperimento, me envolví la cabeza hasta que ya no pude hablar ni ver, sentí el hilo firmemente grabado en mi piel hasta el punto de experimentar dolor. Me convertí en una momia y me liberé con el corte de unas tijeras. Me sentía agotada, pero también fue como volver a nacer.
© Annegret Soltau | self, 1, 1-14, 1975, photoperformance, black thread, 250 x 100 cm
¿En qué momento empiezas a plasmar en tú obra las presiones de género que existen actualmente?
Cuanto más me liberaba de la tradición, tanto en la vida privada como en mi trabajo artístico, más inspiración tenía. El espacio que me rodeaba se abrió y cada vez tenía más valor para reproducir mi obra tal y como lo imaginaba.
Tuve una infancia solitaria e insatisfactoria. Nací fuera del matrimonio y me crie sin madre… mi padre seguía siendo un auténtico desconocido, por lo que los aldeanos me llamaban Wechselbalg -la traducción al castellano sería algo como ‘hija ilegítima’-. Sentía que no me querían y que era diferente. Sin embargo, desde la perspectiva actual, reconozco que fue una oportunidad, y aunque no sabía lo que buscaba, me puse en marcha.
Sin padres, me mudé del pueblo a la gran ciudad de Hamburgo a una edad temprana. Allí trabajé en varias profesiones, entre ellas para un médico de accidentes en el quirófano de una consulta del puerto de Hamburgo, donde ingresaban personas, en su mayoría hombres, con accidentes graves. En ese momento volví a entrar en contacto con la costura; tenía que ayudar en las operaciones cuando el cirujano amputaba algunas partes del cuerpo lesionadas o simplemente cuando tenía que coser las heridas abiertas. No puedo juzgar hasta qué punto estas experiencias han influido en mi trabajo artístico. Mi análisis son mis cuadros y, obviamente, mis experiencias fluyen en mis cuadros.
De niña me opuse inconscientemente al papel de mujer. De cómo debe ser y cómo debe vivir. La situación de mi madre y mi vida como ‘hija ilegítima’ me mostraron que la injusticia ocurría a mi alrededor. Pero de niña no sabía cómo escapar de ella. Cuanto más crecía, mejor veía las conexiones.
Probablemente, así es como deben entenderse mis cuadros. En este contexto. Las artistas de los años setenta hicimos visible, públicamente, por qué las mujeres eran tan rechazadas e ignoradas en el arte.
© Annegret Soltau | bodely attack (pregnant), 1-3, 1977/78, 2x250x110, 1x 250×130 cm
En tu trabajo podemos apreciar como coses diferentes partes del cuerpo para crear la mayoría de tus fotomontajes. ¿Por qué decides usar esta técnica? ¿Tiene algún significado en especial?
Tras pasar de la pintura y el grabado a la performance y el trabajo con materiales fotográficos, encontré técnicas completamente nuevas para mi expresión artística. Podría trabajar mucho más directamente con la técnica de la fotografía. Quería estar cerca del cuerpo y la fotografía es como una huella del cuerpo vivo. Aun así, la imagen es sólo un material para mí. Utilizo las imágenes reales para situarlas en un contexto diferente.
En los años 70 y 80 trabajé con mi cuerpo de embarazada. En 1978 y 1980 nacieron mis dos hijos. No quería aceptar las advertencias del mundo del arte de que fracasaría como artista con hijos. Me arriesgué y con los años procesé los temas del embarazo y el parto. Produje muchos trabajos que fueron rechazados en su momento y me ridiculizaron. Eso me dolió mucho. Pero no me dejé amilanar. Actualmente, esos mismos cuadros han sido solicitados para importantes exposiciones y también se compran para colecciones.
© Annegret Soltau | pregnant, 1980/82, photo etching in artist frame, with 9 negatives pasted to the verso, 162 x 192 cm
Tu trabajo “BodyOpenings”, el que podemos ver en el número 12 de LF, expone una realidad abstracta del cuerpo. ¿Cómo se inicia el proyecto?
La serie «BodyOpenings» está inspirada en mi amiga Ute, que tiene 15 años menos. Me habló de un «incienso para la vagina» que había conocido en la India. Me interesó el tema porque se supone que este tratamiento físico sirve para sanar la vagina. Después, tuve la idea de representar todos nuestros orificios en una serie. Estas imágenes representan un tema especialmente íntimo, muestran partes del cuerpo femenino entre el exterior y el interior y se manifiestan como islas corporales.
Las imágenes se basan exclusivamente en mi cuerpo y en el de mi novia. Inspeccionamos nuestros cuerpos envejecidos como con una lupa. También veo esta obra como un llamamiento contra la fragilidad de los logros de nuestra generación, al hacer visible el poco respeto y aprecio que la sociedad tiene por los cuerpos envejecidos de las mujeres.
Las representaciones, especialmente las de la vagina, también me hicieron pensar en las brutales intervenciones y circuncisiones que se infligen a las jóvenes en la pubertad durante los ritos de iniciación en otros círculos culturales, que destruyen su sexualidad. O también en la discriminación hacia la sexualidad de las mujeres mayores en nuestro país o en las brutales agresiones y violaciones a mujeres en todo el mundo.
© Annegret Soltau | body opening (with Ute), 2011/16, photo restitching, black thread, 15,1 x 10,1 cm
Forman parte de “BodyOpenings” algunos collages en los que podemos apreciar diferentes fragmentos del Libro Rut de la Biblia, así como del Sura sobre mujeres del Corán. ¿Qué relación tienen esos fragmentos con los demás fotomontajes?
En mis trabajos siempre hay un anverso y un reverso. En el reverso se pueden ver las puntadas; muestran los cuerpos una vez más de forma abstracta, por así decirlo. En los reversos de esta serie también he cosido pequeños fragmentos de texto que he tomado al azar del Libro de Rut en la Biblia y de la Sura sobre la Mujer en el Corán, señalando cómo las religiones nos niegan a las mujeres las decisiones sobre nuestros cuerpos.
© Annegret Soltau | close friends (with Ute), 2022, photo restitching, black thread, 45×30 cm
Hablas del “juego pictórico entre el anverso y reverso y las diferencias y similitudes entre el exterior e interior del cuerpo” que podemos apreciar en la mayoría de tu obra. ¿Podrías contarnos más sobre ello?
Los reversos son el resultado de las líneas de hilo abstractas de los frentes cosidos. No están controlados conscientemente, sino que han surgido por casualidad. Esto hace que se parezcan al armazón óseo de las figuras femeninas del anverso, es decir, del interior del cuerpo. El anverso y el reverso van juntos y no se pueden separar, uno es el resultado del otro.
En tu biografía comentas que hubo un momento en el que empezaste a usar tu propio cuerpo -para plasmar tu obra- porque querías trabajar de forma directa con tu apariencia. ¿En algún momento decidiste cambiar de opinión?
Seguiré representándome con mi cuerpo envejecido hasta que me muera, espero. Entonces, el lapso que va desde la juventud hasta la vejez de toda una vida estará contenido en mi obra. No en una sola imagen sino en las que forman parte de un todo.
© Annegret Soltau | VG Bild-Kunst, Bonn 2022