Eva Díez
LIMINAL. «¡De cómo el paisaje se encierra en la grieta!». La revisión del concepto de casa y su identificación con diferentes individualidades, ha ocupado el interés de Eva Díez desde el principio, y parece metamorfosearse con cada nueva propuesta, reclamando una encarnación cada vez más elemental. Este simbolismo que puebla sus imágenes se desplaza ahora hacia su propio centro, suscita una atención introspectiva desde la que absorber un proceso de empatía que conecta con lo universal. La serie «Liminal», iniciada a raíz de la situación de confinamiento derivada de la pandemia, contiene, entre otras cosas, silencio. El silencio surgido de esa paralización simultánea de la dinámica social que impulsó a convertir lo doméstico en el lugar de la acción y el pensamiento y que, para la artista, conformó un cambio en el planteamiento de su producción más inmediata. Si inicialmente la observación del paisaje permitía un tránsito entre lo estético y lo emocional, en este caso se sincroniza con la atención a la huella, a lo inadvertido. El motivo ha desvanecido su forma y los horizontes que antes buscaban extensiones se encuentran en la admiración de lo mínimo: en la esquina de la habitación, en la imperfección del techo, en la pared desgarrada… cada una de estas cicatrices pone de relieve la tensión del tiempo y su constante interacción en la memoria de los cuerpos. Así es como Eva Díez ausculta su interior desencadenando un sentimiento colectivo: hace visibles las grietas de su casa para situarlas en relación con el mundo; una fractura en nuestro modo de vida desvela los fallos del sistema.