Inmersión en el pasado

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La comunidad menonita sobrevive como puede en Bolivia

En la provincia de Chiquitos, al este de la ciudad más grande de Bolivia, Santa Cruz de la Sierra, existen decenas de asentamientos o colonias donde cohabitan menonitas. Los hombres llevan el traje reglamentario con mono negro y camisa, sin olvidar un sombrero o gorra para los más jóvenes, y las mujeres llevan vestidos austeros, el pelo cubierto y sandalias. Aislados del mundo, hablan el bajo alemán Plautdietsch que practican solo medio millón de personas en el mundo, y rechazan la modernidad viviendo de su duro labor en el campo.

Esta comunidad religiosa nació en el siglo XIV y se ha ido extendiendo a lo largo de los siglos, primero en Europa y luego en Canadá, Estados Unidos, Belice y México. Hoy en día, hay más de 100,000 menonitas que han decidido instalarse en Bolivia para vivir de la forma más tradicional y conservadora posible.

Aunque este movimiento cristiano evangélico sobrevive en un país como Bolivia, cada vez más miembros son juzgados y expulsados por los líderes religiosos, o deciden huir para encontrar la libertad fuera de su comunidad. Cada vez aparecen más colonias «libres», en las que la gente puede conducir coches, usar teléfonos y conectarse a las redes sociales.

Se considera que Bolivia es el país donde vive el mayor número de menonitas radicales. A diferencia de otros países, ofrece las condiciones ideales para que ejerzan libremente sus prácticas religiosas. Afirman que son libres de anteponer la obediencia a Dios al cumplimiento de las normas estatales. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Al atardecer, Rebecca almacena la cosecha de maíz tras una dura jornada de trabajo en el campo que empezó a las 6 de la mañana. Silenciosa, como todas las mujeres que viven en la colonia, no se le permite hablar con las pocas personas que vienen de fuera de la colonia. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Desde su llegada a Bolivia en los años 60, los menonitas se han convertido en un motor importante de la economía y el desarrollo de la región de Santa Cruz. Cultivan tierras donde muchos bolivianos no lo habían conseguido antes, practicando una agricultura intensiva principalmente de maíz y soja. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Isaac nació en Bolivia de padres que emigraron de Belice en los años 1970. A sus 43 años, es el jefe de la Casa #2, uno de los cuarenta lotes que dividen la colonia llamada Nueva Esperanza. A diferencia de la gran mayoría de las familias menonitas que tienen muchos hijos, Isaac vive con su único hijo y su esposa. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022. 

En las colonias, la leche representa la moneda de cambio. Todos los días, las familias ordeñan sus vacas para aumentar el suministro de leche y así poder comprar alimentos y otros productos en las tiendas. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Isaac ordeña una de sus vacas. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Ídem. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Existen unas 120 colonias en el país andino, la mayoría situadas en la región de Santa Cruz. Cada colonia dispone de un territorio enorme, poblado por campos y muy pocas casas. Las viviendas están agrupadas en pequeñas parcelas alejadas unas de otras y conectadas largas pistas de arena. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Los niños van a la escuela hasta los 12 años. A pesar de la ley impuesta por el ex presidente socialista Evo Morales en 2008 que tenía como objetivo imponer a los menonitas el programa educativo nacional, los profesores siguen enseñando en bajo alemán. Las clases consisten en memoriza un libro de catecismo y aprender fórmulas básicas de álgebra. Otras materias escolares como la historia y la literatura no se enseñan. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Con solo 28 años, Jacob dice que le duelen los huesos: «Ya no puedo agacharme, no puedo trabajar en mi campo… me duele todo». En uno de sus viajes a la ciudad, encontró un libro de medicina escrito en alemán, que leyó una y otra vez para tratar de curarse. Aunque los menonitas tengan permitido de ver a médicos, rara vez acuden a ellos por desconfianza. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Las tiendas constituyen el eje central de las colonias. Es allí donde la gente puede reunirse, ya que los restaurantes u otros lugares para socializar están prohibidos. Los productos se venden a precio de producción, y la lista de deudas de cada habitante figura por orden alfabético en libretas detrás del mostrador. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Los habitantes pueden pagar con leche o con dinero. La leche es transformada en queso y vendida en mercados en la ciudad. Esta fuente de ingresos permite a los comerciantes comprar los alimentos que necesitan para llenar de nuevo sus tiendas. Esta economía circular permite a los menonitas de vivir de forma independiente y tener acceso a productos básicos. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Vendedor de la tienda en Casa #7, Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Niño posa enfrente de la tienda en Casa #7, Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Ídem. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Los líderes religiosos, también llamados «ministros», son muy respetados y disponen del poder religioso y político en la comunidad. Menonitas disidentes confiesan que éstos ejercen una presión muy fuerte para mantener el orden en la comunidad a través del cumplimiento estricto de la doctrina religiosa bajo la amenaza de ser condenados a vivir en el infierno. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Los habitantes recorren mucho camino en carruajes. El asentamiento de Nueva Esperanza tiene 30 km de longitud. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Ídem. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

De madre mexicana y padre beliceño, Juan vive en la Casa #37. Tiene 10 hijos, y desde que dejó la escuela se dedica a perforar pozos. Tardó un año y medio en construir una máquina que utiliza con constructores bolivianos para extraer agua de los subsuelos. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Según él, sus padres y otros menonitas decidieron establecerse en Bolivia porque «aquí nos dejan tranquilos… podían ocupar tierras libremente». Se relaciona poco, o nada, con los bolivianos que viven en la zona: «Nos llevamos bien con ellos, pero nuestras relaciones son solo comerciales… hay algunos que tratan de aprovecharse de nosotros», reconoce, refiriéndose a los precios más altos impuestos por vendedores bolivianos cuando el cliente es menonita. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Su hijo Gabriel de 13 años observa el trabajo de su padre. Pronto se hará cargo de esta enorme máquina… Los trabajos en la comunidad se suelen transmitir de generación en generación. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Isaac se va con su hijo y otros jóvenes a los campos para cosechar maíz y soja. Nueva Esperanza, Santa Cruz – mayo 2022.

Cada lunes por la mañana, cientos de menonitas se reúnen en un barrio del centro de Santa Cruz. Traídos por chóferes bolivianos – tienen prohibido conducir vehículos de motor – vienen a comprar sus herramientas de trabajo, ropa, y aprovechan para almorzar en cantinas. Los comerciantes bolivianos se han adaptado a sus necesidades y se benefician de esta fuente financiera. Santa Cruz de la Sierra – mayo 2022.

Ídem. Santa Cruz de la Sierra – mayo 2022.
(Transición) – A unos 50 kilómetros de Nueva Esperanza, un grupo de menonitas expulsados establecieron en 2016 una colonia «libre». Sorprendidos in fraganti con un teléfono móvil en la mano o juzgados como demasiado laxos en sus prácticas religiosas, estos cientos de excomulgados compraron tierras y fundaron la colonia Hacienda Verde. Libres de practicar la religión como lo desean, votar o utilizar herramientas modernas que antes estaban prohibidas, estos hombres y mujeres comparten sus historias.

Francisco, 32 años, tuvo que abandonar la colonia Nueva Esperanza de forma repentina cuando tenía 7 años. Su padre no soportaba vivir en la austeridad y bajo la estricta doctrina religiosa impuesta por sus pares. Huyó con su mujer y sus hijos para encontrar un lugar donde vivir libremente. Hacienda Verde, Santa Cruz – mayo 2022.

Hoy, Francisco está casado con Ximena, una boliviana que conoció en la ciudad: «Agradezco a mis padres que se hayan ido… Estoy feliz de haber podido crecer en toda libertad. Incluso he podido casarme con una mujer de aquí», explica, antes de añadir que «si me hubiese quedado allí, me tendría que haber casado con una mujer menonita». Hacienda Verde, Santa Cruz – mayo 2022.

Ximena y su hija. Hacienda Verde, Santa Cruz – mayo 2022.

Francisco muestra sus cuadernos de escuela: «Ya no soy capaz de leerlos… nos daban clase en alto alemán mientras nosotros hablábamos en bajo alemán. No entendíamos lo que leíamos». Los «embolsados», como le gusta llamar a Francisco los menonitas, refiriéndose al mono que les envuelve, establecieron un estricto sistema educativo para evitar que los jóvenes tengan acceso a cualquier otra información, «Solo teníamos textos religiosos, no sabíamos nada más». Hacienda Verde, Santa Cruz – mayo 2022.

El padre de Ximena, que sufre de diabetes, vive con la joven pareja. Para Francisco, su identidad es boliviana: «Soy boliviano, no soy menonita, esa identidad no me representa. Intento que la gente entienda que esta tierra es tan mía como suya». Hacienda Verde, Santa Cruz – mayo 2022.

Los habitantes de Hacienda Verde siguen ejerciendo el mismo tipo de trabajo que tenían en sus colonias de origen. La producción de queso, la construcción o el cultivo de maíz hacen parte de sus principales ocupaciones, a diferencia que ahora pueden usar herramientas eléctricas e inscribirse a cursos y formaciones. Hacienda Verde, Santa Cruz – mayo 2022.

Se estima que existen unos 8,000 menonitas expulsados en Bolivia. Durante las visitas a la ciudad, los adultos y los jóvenes menonitas se han acostumbrado a estar en contacto con jóvenes bolivianos conectados a sus teléfonos, a ver televisiones encendidas en los restaurantes, estudiantes saliendo de las universidades, etc. Según los habitantes de Hacienda Verde, éstas son las experiencias que han despertado las ganas de querer escapar al estilo de vida y la doctrina religiosa impuestos en las colonias. Hacienda Verde, Santa Cruz – mayo 2022.

Los jóvenes ayudan a Francisco a fabricar un techo que venderán en Santa Cruz. Trabajan al ritmo de música reggaetón, fumando cigarrillos y mirando a menudo los mensajes en WhatsApp, Instagram y otras redes sociales. Hacienda Verde, Santa Cruz – mayo 2022.

Ídem. Hacienda Verde, Santa Cruz – mayo 2022.

Arli, 18 años, conduce su moto con la mejilla llena de hojas de coca. Se mudó a Hacienda Verde cuando era niño, y hoy apenas tiene contacto la parte de su familia que se ha quedado en Nueva Esperanza. Hacienda Verde, Santa Cruz – mayo 2022.

Pancho tiene 20 años, se fue con su padre y hermanos de Nueva Esperanza con 6 años. Denunciaron a su padre por tener un teléfono en casa. «Cuando nos cruzamos con ellos en la ciudad nos ignoran por completo… algunos piensan que vamos directo al infierno». Pancho trabaja en la tienda principal de Hacienda Verde y sueña con mudarse algún día a Canadá para montar su propio negocio. Hacienda Verde, Santa Cruz – mayo 2022.

Pancho dejó la escuela con 14 años para empezar a trabajar. Explica que en la única escuela de Hacienda Verde, los niños reciben clases en alemán y español y aprenden las mismas materias que en el sistema educativo boliviano. «Aquí se da mucha libertad a los niños y se vuelven muy abiertos de mente», añade. A Pancho le gusta jugar al fútbol, ver los partidos del Real Madrid, y jugar a la Xbox. Hacienda Verde, Santa Cruz – mayo 2022.

Dos jóvenes clientes compran comida en la tienda. Se vende todo tipo de productos, excepto alcohol, que sigue estando prohibido al interior de la colonia. Hacienda Verde, Santa Cruz – mayo 2022.

El padre de Pancho es fontanero. Se asegura que los habitantes de la colonia tengan acceso a la electricidad. En las colonias tradicionales, el acceso a la electricidad está prohibido, y las casas están iluminadas con lámparas de aceite y velas. Hacienda Verde, Santa Cruz – mayo 2022.

Los «expulsados» dudan sobre la posible supervivencia de las comunidades menonitas tradicionales y conservadoras. Los líderes religiosos y otros responsables envejecen, y no está muy claro si los jóvenes asumirán el relevo. El avance de la globalización y el acceso a las nuevas tecnologías aumenta inevitablemente el deseo de estos individuos de huir, poniendo en peligro la supervivencia del grupo. Región de Santa Cruz – mayo de 2022.

Sobre el autor:

Periodista independiente, Alexandre se interesa en temas de desarrollo internacional en América Latina, África y Medio Oriente. Ha escrito sobre la reinserción de antiguos paramilitares y combatientes de las FARC en Colombia y ha producido productos de comunicación sobre las personas desplazadas por causas de guerra y cambio climático en Somalia, República Democrática del Congo, Burkina Faso e Irak.

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