Isabel Muñoz
Isabel Muñoz imagina la creación en los movimientos de la Danza Butoh
Por Redacción LF
Fotograma de la videocreación De dónde y a dónde de Isabel Muñoz, que se proyecta en la sala 5 de CORPO.
De dónde y a dónde es el título que la artista (Barcelona, 1951, Premio Nacional de Fotografía 2016) ha dado a estas dos videocreaciones. Sobre el muro de la sala 1, que perimetró el alficén de la ciudad islámica (siglos IX-XI), Muñoz imagina escenas de la creación del mundo a través de los movimientos acuáticos de los bailarines de Butoh, danza artística de Japón que nació de la reflexión post desastre nuclear en 1950.
Las imágenes relatan el surgir de la vida a lo largo de 7 días que discurren en 7 minutos de vídeo. La pared se convierte en el universo; de la nada surgen criaturas de formas indeterminadas como lo son los movimientos de este baile bajo el agua. Bailan el encuentro con el otro y su inexorable regreso a la vacuidad primigenia. “Es una especie de vacío que comunica con la nada, que probablemente es lo que somos, el lugar de donde venimos y a donde vamos: la nada inexplicable”. Esta es la reflexión que la artista propone, rescatada del tiempo remoto y traída al presente; una reflexión sobre el otro, sobre el paso del tiempo y la espiritualidad o el sentido de la vida, que ha encontrado en estos muros un escenario “emocionante”, en sus propias palabras.
Bajo la “bóveda de horno” de la capilla mudéjar, sala 5 del museo, junto a lo que la artista considera su Autorretrato (fotografía inédita de la serie Japón, impresa en cristal sobre pan de oro), ha instalado tres pantallas de plasma formando un semicírculo en el que interpreta el mito de Adán y Eva (o tal vez debiera escribirse Eva y Adán); el principio del bien y del mal, la luz y la oscuridad. En el centro, a modo de Pantocrator, un péndulo que es el diapasón de la vida. A ambos lados, las siete edades del hombre, narradas de nuevo en los movimientos de estos bailarines de Butoh. Y una pregunta: ¿qué pasa cuando dos seres se juntan, se aman, sufren y, en un momento determinado, el diapasón indica su fin?
ISABEL MUÑOZ Y JAPÓN
Estaba Isabel Muñoz inmersa como siempre en mil proyectos internacionales cuando el director artístico de CORPO, Rafael Sierra, le invitó a visitar la colección y le ofreció estos dos espacios expositivos: “Lo dejé todo: creo en el destino”.
Y ¿por qué Japón? La artista, que con su cámara ha recorrido las culturas más ancestrales y los conflictos que continuamente las enfrentan, explica así su conexión con el país asiático y la proximidad que ella encuentra entre su mitología y la nuestra: “Es la misma similitud que existe entre el destino de los hombres al margen del lugar donde hayan nacido o crecido”.
“Japón estaba en mi imaginario desde que era una niña de unos 6 u 8 años. En 1993 intenté un acercamiento a estos bailarines de Butoh, para fotografiarlos, pero no hubo manera; no para una mujer y menos aún una mujer joven. Pero en 2016, gracias a una exposición organizada por François Cheval en Kyotographie, se me empezó a permitir una aproximación a ellos. Durante estos años se me han ido abriendo sus jardines secretos, y a la postre estoy muy contenta porque en aquel entonces (35 años han transcurrido) no hubiera sido capaz del éxtasis que ha supuesto este trabajo; de llegar al alma de estas personas que con solo un movimiento son capaces de despertar en ti emociones insospechadas. Algunos de ellos llevan más de 70 años viviendo esta forma de contar y ese lenguaje que es su danza, que constituye una filosofía de vida. Cuando alguien así te deja conectar con su alma, entras en una especie de trance que otros definirían como un chorro de endorfinas. Es algo físico, sí, que no necesita de palabras, la complicidad que se crea entre esos cuerpos y mi cámara, que en esos momentos es mi alma”.
DECLARACIONES SOBRE “DE DÓNDE Y A DÓNDE”
“Fui a fotografiar las coreografías de una danza y encontré que Butoh es un movimiento sociopolítico –explicó Muñoz. En los años 50, un círculo de artistas japoneses sintió la necesidad de romper la espiral de dolor infligida por las bombas atómicas y la humillación de su milenario y sacro imperio. Se desnudaron, se cubrieron de ceniza y salieron a las calles para bailar y hacer performances, y amarse sin tener en cuenta el género”.
Los personajes de la artista interpretan bajo el agua una coreografía que sin duda retrotrae al espectador a la nada “amníotica” o el origen de la vida. Junto a los cuatro elementos que formaron el mundo, introduce de manera muy visible lo que ella considera ya “el quinto elemento: el plástico”, para poner acento en la segunda pregunta que da título a la obra: “¿Hacia dónde vamos en un mundo invadido por el plástico? El plástico puede considerarse ya el quinto elemento de la vida en la Tierra. Recientes estudios señalan que no solo el 30% del pescado que comemos está impregnado de plástico, sino que se han encontrado componentes plásticos en el feto humano; y también, que en el tiempo transcurrido de este siglo XXI la humanidad ha consumido más plástico que en todo el siglo precedente”.
Uno de los bailarines fundadores del movimiento Butoh, Daisuke San, 80 años, representa a Adán en la segunda de estas videocreaciones, instalada en la capilla mudéjar del museo. Proyectada en tres pantallas de plasma que a su vez forman un semicírculo, su centro es un péndulo que midiera el ritmo de la vida. Un diapasón o un Pantocrator en torno al que discurre el principio de la vida, las edades del hombre y el fin, dramáticamente interpretado por estos dos bailarines que son Eva y Adán. Cada una de las etapas vitales del ser humano está rodada en siete minutos de cinta: los vídeos irán mutando a tenor de las estaciones. Empezamos con la primavera, porque así empezó también la andadura de este museo y, ahora, su segundo aniversario.
Isabel Muñoz nace en Barcelona en 1951 y se traslada a vivir a Madrid en 1970. Decide convertir su afición en profesión y se matricula en Photocentro. En 1981 tiene los primeros encargos para prensa y publicidad y seguidamente conoce a Tote Trenas, quien la introduce en el mundo de la fotografía para cine. Hace la fotofija de películas como Sal gorda y Penumbra. En 1982-1986 decide ampliar sus estudios en Nueva York. Se matricula en Visual Studios y estudia collage con John Wood y cianotipos con Martha Madigan.
A través de la danza realiza trabajos en Cuba, Burkino Faso, Mali, Egipto, Turquía y con el ballet de Víctor Ullate. En China tiene la oportunidad de trabajar en la escuela de circo de Beijing y realiza un trabajo sobre las artes marciales en Shaolin. Durante años se dedica a viajar por Brasil, Camboya, Etiopía, El Salvador, Camerún… y desarrollar todo tipo de trabajos fotográficos.