J. J. Guisado Rodrigo
Atenea CXVII. Dominar para preservar la belleza.
Este proyecto es el resultado de mi encuentro con el mundo de la doma clásica, a través del seguimiento de las clases de equitación que mi hija ha recibido durante los dos últimos años montando a la misma yegua: Atenea.
En esta observación, mis cámaras analógicas han registrado el conflicto que me produce el adiestramiento y la doma del animal; la tristeza de la reclusión en las cuadras y su sumisión ante la dominancia del hombre.
Por contra he sido testigo de cómo esa domesticación creaba lazos de conexión entre ellas con manifestaciones perfectas que iluminan todas las sombras iniciales.
Toda una gran contradicción, dominar para preservar la belleza.
Este proyecto es el resultado de mi encuentro con el mundo de la doma clásica, a través del seguimiento de las clases de equitación que mi hija ha recibido durante los dos últimos años montando a la misma yegua: Atenea.
En esta observación, mis cámaras analógicas han registrado el conflicto que me produce el adiestramiento y la doma del animal; la tristeza de la reclusión en las cuadras y su sumisión ante la dominancia del hombre.
Por contra he sido testigo de cómo esa domesticación creaba lazos de conexión entre ellas con manifestaciones perfectas que iluminan todas las sombras iniciales.
Toda una gran contradicción, dominar para preservar la belleza.
J. J. Guisado Rodrigo (1963). Fotógrafo. Hace unos años cuando redactaba mi currículum fotográfico, empezaba indicando mi profesión universitaria para luego definirme como autodidacta en el mundo de la fotografía, añadiendo los múltiples talleres, premios y exposiciones realizadas. Hoy tengo voluntad de ser Fotógrafo para descubrirme a mí mismo, utilizando la cámara para definir mi pensamiento sobre lo me rodea, reflexionando sobre mis dudas y reforzando mis convicciones. Disfruto del proceso fotográfico como un lento encuentro con el mundo que me rodea, con la previsualización como epifanía en busca del “punctun” que alerte mi subconsciente, para con ello detener el tiempo fugaz y apropiarme de momentos desapercibidos.