La Patagonia
Judit Martínez
La Patagonia es tan grande que llega a ser ilógica. Me refugié durante unos meses en el desierto patagónico argentino, donde el vacío y la soledad es lo único que alcanzas a ver. Restos de vida y carreteras que no te llevan a ninguna parte. Pero un día ese desierto se acaba, y ante ti aparecen, imponentes, los glaciares, una de las mayores reservas de agua dulce de este mundo.
Y los fotografío para recordarlos. Porque se deshacen delante de nuestros ojos, y poco a poco van desapareciendo. Aquellos glaciares tan majestuosos, que llegaban al cielo, solo forman parte del recuerdo de aquellos que tuvieron la oportunidad de gozarlos. Hoy luchan sin esperanza para sobrevivir, desafiando al cambio climático, que poco a poco los va derritiendo. Perito Moreno es uno de los pocos glaciares que sigue firme, todos los otros que forman parte de la cordillera van en retroceso. Y aunque este glaciar se mantenga de pie, si te paras a escucharlo, oyes como se rompe, como si te estuviera pidiendo ayuda. Oyes sus grietas, oyes sus desprendimientos. Oyes como, poco a poco, se va haciendo más pequeño.
Recuerdo una de las frases que escuché durante este viaje por la Patagonia: “Al fin y al cabo, todo el mundo vendrá a vivir aquí, porque seremos los únicos que tendremos un poco de agua dulce, entonces ya no habrá para nadie. Será la guerra por el agua, así que mejor guárdate un poco”.
Es entonces cuando te das cuenta de que sí, de que el cambio climático lo va destruyendo todo. Y nosotros somos ese cambio. Dejamos nuestras huellas en la Tierra destruyéndola, acabando con aquello que un día nos dio la vida.
Y los fotografío para mostrarlos. Porque pronto ya nadie lo podrá hacer. Parece mentira, que un pedazo de hielo nos de la vida, y nosotros se la arrebatamos a ellos sin dudarlo. Los niveles del mar van subiendo mientras estos se van deshaciendo. Supongo que, después de todo, también merecemos hundirnos con ellos.
Y los fotografío mientras les pido perdón. No son ellos; somos nosotros.
Estudiante de periodismo y comunicación audiovisual en Lleida, Judit (21) es incapaz de mantenerse en un solo lugar. Su cámara como único equipaje de mano, ha trabajado en campos para personas refugiadas y en pequeñas aldeas en Nepal. Intentando formarse académicamente sin dejar de viajar, cursó un semestre en la Universidad Nacional de la Patagonia Austral, capturando la huella que deja el ser humano: el cambio climático. Utiliza la fotografía para expresar su mirada sobre la realidad. Con su punto de vista peculiar, intenta mostrar los conflictos de la sociedad. No para cambiar el mundo, sino para hacer sentir a quien las observa. No solo miréis las fotografías, observarlas.