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Luis Kav

Disruption reflexiona sobre aquellas características de la era contemporánea, que llegarían a su máximo exponente a partir de marzo de 2020, con la crisis generada por el COVID19.
De esta forma, habla de la soledad experimentada en los meses de cuarentena, de como el aislamiento dificulta la interacción con el entorno, pese a tenerlo delante, generando una disrupción entre el medio y el sujeto. En este sentido, el medio no es simplemente un escenario en el que los sujetos se desarrollan, sino que en muchos aspectos el medio participa en la construcción de la identidad de sus sujetos. La vestimenta, así como otros factores estéticos reflejarían en cierto modo esta interacción entre medio y sujeto que resulta en la conformación de las diferentes identidades, por ese motivo, la desnudez dibujaría esa falta de participación del entorno en la vida del sujeto.
Pero el aislamiento no solo ha supuesto una disrupción con respecto del medio físico, la sociabilidad se ha visto también afectada por las cuarentenas y la distancia de seguridad, tanto a nivel micro, con las personas que conforman nuestra red social diaria, como en un sentido macro, referente a las élites de poder que mueven los hilos.
Las formas de ejercer han sido, a lo largo de la historia, tan diversas como constantes, desde las trayectorias imperiales hasta los repertorios de poder de los actuales estados-nación, diferentes gobernantes han buscado y ejecutado múltiples maniobras que les permitiesen ejercer el control sobre las masas gobernadas. Así, siguiendo la idea de la doctrina del shock
de Naomi Klein podemos encontrar como los momentos de crisis, como el que actualmente vivimos, han sido empleados en favor de estas formas de ejecución del poder y mecanismos de control, aprovechando el fuerte impacto que estos supondrían en la psicología de la sociedad para forzar la aprobación de medidas que, en otros contextos, resultarían impopulares.
Los estados de alarma, aplicados de formas extremas y prolongados en el tiempo, han supuesto que la toma de decisiones quedase en manos de una parte muy reducida de la población. Si desde hace 50 años, las formas de gobierno se alejaban cada vez más del espíritu democrático de mediados del siglo XX, en este último año las escasas migajas de lo que sería una democracia real, han terminado por agotarse.
En este contexto, el absolutismo económico ha encontrado su hueco para un último impulso, más fuerte y con peores consecuencias. La hiperrealidad de la que hablaba Baudrillard se ha hecho más evidente que nunca, los mass media han sustituido la conversación cara a cara durante un largo período de tiempo, favoreciendo que lo abstracto de las dinámicas comunicativas se elevase a su máximo exponente, alimentando la ilusión de que la tecnología podría resultar una salvaguarda para la sociabilidad real y alimentando el simulacro del mundo contemporáneo en el cual lo prioritario sería la representación y no lo representado. En el mundo hiperreal de Baudrillard, estos repertorios de poder incluirían la creación de los modelos abstractos a los cuales se adapta la realidad práctica, del mismo modo que para le virtualismo de Carrier y Miller, las élites que ejercen el control ordenan la realidad social partiendo de las ideas teóricas, esto provocaría un desengastamiento, una disrupción entre el plano de las élites elevadas que configuran las normas de nuestra vida social y aquellos que nos movemos en el plano experimental y asumimos las consecuencias.

El arte, en todas sus manifestaciones, desde la música hasta el cine, pasando por la pintura, la literatura, el comic, la fotografía… se ha presentado para mí como un modo de dar rienda suelta a la imaginación y de crear nuevos mundos, así como una forma de expresión de mi propio mundo interno, de mis sentimientos, mis pensamientos y mis reflexiones. Por eso, siempre he procurado experimentar, descubrir y explorar nuevas formas de expresión. Así precisamente fue como llegué hasta la fotografía, casi de casualidad, se cruzó en mi camino mientras yo callejeaba por la ilustración y decidí quedarme, al menos por un tiempo. Sus posibilidades, la versatilidad que me ofrecía a la hora dar forma a las ideas que vagaban por mi cabeza, me cautivaron hasta el punto de decidir establecer con ella una relación estable. Luis Kav es un fotógrafo y realizador que vierte su mundo interno, inquietudes y proyecciones mediante de una fotografía que cristaliza los retos y cuestiones que se plantean en las realidades del ser humano, a través de un estilo conceptual compuesto de imágenes minimalistas y oxigenadas.

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