Marco Castelli
One Way Ticket to End. Thessaloníki, Grecia. Cientos de vagones abandonados se oxidan durante décadas, devorados por el clima y tragados por las plantas y los árboles. La única huella humana parece ser la presencia de grafitis, si no fuera por los montones de ropa, botellas de plástico y camas improvisadas que se pueden encontrar en algunos de los vagones desechados – tal vez trazando el camino del paso de migrantes y refugiados, un fenómeno intrínseco de la historia relacionada con este lado de la península helénica.
Con el tiempo, Grecia ha modernizado sus trenes y ferrocarriles. Las vías se ensanchan y las locomotoras de vapor se sustituyen por otras eléctricas y diésel. Sin embargo, debido a la estructura territorial del país y ante la imposibilidad de competir con autobuses y vehículos privados, tras el desarrollo y las enormes ayudas financieras llegó una profunda fase de endeudamiento. Tras la crisis de 2009, la empresa ferroviaria es reestructurada y parcialmente privatizada, llevando muchas líneas al final de su servicio.
Por cierto, los trenes que se pueden encontrar en el cementerio fantasma de Tesalónica son hijos de otros tiempos. Durante más de 40 años, los cristales rotos, los espejos sucios, el óxido, la madera podrida y los suelos desgastados han sido el marco de una amplia extensión de más de 7 hectáreas, situada fuera de las principales zonas residenciales, en el noroeste de la ciudad. En los años 80, probablemente, la mejor manera de afrontar el problema del desmantelamiento de los viejos trenes era aparcarlos lejos para que no estuvieran a la vista. Parece que se hicieron algunos intentos para vender vagones y piezas para su reciclaje, pero con escasos resultados, siendo el lugar objeto de contrabando de chatarra y negocios turbios.
La atmósfera que se respira en este cementerio postapocalíptico es melancólica, aunque su belleza va creciendo con el paso de los años, como evidencia perpetua del profundo diálogo entre vida, tecnología, migraciones, economía y entorno urbano.
Marco Castelli vive y trabaja en Florencia, Italia. Tanto su investigación personal como la documental pasan por un profundo interés por el entorno y la vida humana, buscando diferentes enfoques para el arte visual y la comunicación creativa. Sus obras han sido premiadas, publicadas y expuestas internacionalmente. Ha publicado sus trabajos en sitios como: A Few Words / Adore Noir / Aint-Bad Magazine / Ardesia Projects / Average Art / Bad Photography Book / bluebee Magazine / Clic.hé / Corriere della Sera / Creative People in Florence / De Correspondent / Decalogue / Der Greif / Dienacht / Elitism / F-Stop Magazine / Feature Shoot / Float Photo Magazine / Florence is You / Focus / Frizzifrizzi / Fruitlands Zine / FUL / Gibraltar / GUP Magazine / Handbali Magazine / Hue & Eye / Icon / Il Fotografo / Image Mag / Inside Art / Into The Void Magazine / JugaadMag, entre otros.