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Miguel López Tabar

EL IDIOMA DE LOS MUROS. Encontrarse a uno mismo no es nada fácil. Es un reto que, aproximadamente, cuesta toda una vida. Y, al mismo tiempo, también depende del grado de interés que pueda tener uno por conocerse y por profundizar.

Para mí, la fotografía es el medio que más me ayuda para poder encontrarme, para poder mirar en mi interior a través del exterior y para poder expresarme desde su silencio.

Uno es fotógrafo como otro puede ser poeta o músico porque tiene una visión romántica de la existencia y pienso que la vida tiene que ser algo más que simplemente pasar por el mundo.

Creo que mi interés por la fotografía tiene que ver mucho con mi afición por caminar. Disfruto mucho caminando; hace que me sienta libre. Además, la velocidad de caminar es perfecta porque está sincronizada con la velocidad de pensar y con la velocidad de sentir y gustar las cosas que vas encontrando. Caminas, te detienes, fotografías, sigues… No creo que sea casualidad que el término “vagar”, que significa caminar sin rumbo, deambular, esté comprendido dentro del término “divagar”, que significa pensar, reflexionar sin orden ni propósito fijo. Sospecho que esa es mi actitud cuando salgo a caminar con la cámara, cuando salgo a fotografiar. Trato siempre de mirar, de observar atento, de buscarme. El resto del mundo va desapareciendo conforme aumenta mi atención; me voy deshaciendo de todo lo accesorio hasta quedarme con lo esencial. Encontrarme.

Desde que empecé, hace muchos años, me pierdo por las calles, por los rincones; tengo tendencia a ir por donde no hay que ir, salgo del bullicio para ir hacia el silencio. Y ahí, de pronto, al doblar una esquina me encuentro. En algún trozo de pared, en algún desconchado, en un cartel viejo, en unas letras borrosas, en una pintada, entre la suciedad y los escombros. Ahí me encuentro.

Recorro callejuelas y recovecos tratando de encontrar “paredes cochambrosas”, buscando señales de quien una vez estuvo allí dejando su huella. Y siempre me pregunto qué es lo que le llevó hasta ese lugar, casi siempre de forma furtiva, como si fuera un refugio anónimo de los secretos más íntimos, donde depositar aquello que le oprime o le preocupa; todo eso que ya no se puede guardar más dentro de uno mismo y dejar un mensaje que otros nunca llegarán a comprender del todo. Además el paso del tiempo se encargará de ocultar tan preciado tesoro.

Mi trabajo fotográfico trata de recoger ese mensaje, interpretarlo y comprenderlo y, al mismo tiempo, mi intención es devolvérselo al espectador en forma de espejo para que él mismo se pueda interrogar sobre su propia existencia y así tratar de cumplir eso objetivo inicial. Encontrarse a uno mismo.

Miguel López Tabar. Mi recorrido fotográfico comienza en 1996 en la Agrupación Fotográfica de Navarra. Desde entonces he ido formándome en numerosos talleres, cursos, seminarios y encuentros fotográficos con profesionales como Koro Kantabrana, Javier Armendáriz, Thierry Ardouin, Carlos Serrano, José Benito Ruiz, Adolfo Lacunza, Hugo Rodríguez, Blas Campos, Ricky Dávila, Jota Barros,… Mi gran maestro en formación artística, fotográfica y personal ha sido el fotógrafo Carlos Cánovas con quien he participado en su Taller fotográfico entre los años 2014 a 2017. Continué mi formación con el artista Paco Polán entre los años 2017 a 2019. Mi formación cultural y fotográfica ha sido también autodidacta leyendo mucha obra de autor, investigando y reflexionando sobre fotografía. A lo largo de todos estos años he logrado algunos  premios y he participado en varias exposiciones tanto a nivel individual como colectivo. Vivo este recorrido como fotógrafo aficionado formando parte de un plan que me lleve a dedicarme semi-profesionalmente a la fotografía compartiendo esta labor con la enseñanza, a la cual me dedico desde hace veintiséis años. Termino mi presentación con un pequeño texto de Carlos Cánovas, que dice…

“Como un rostro puede contener todos los gestos, un escenario puede contener todos los tiempos, incluso el último.

El fotógrafo no es más que un tipo que pasaba por allí, a veces con toda intención y a veces casualmente, con su oficio, sus conocimientos y sus obsesiones a cuestas, que pudo percibir alguno de esos tiempos y que propone compartir su experiencia”.

Aquí comparto con ustedes mi experiencia. Les agradezco mucho la oportunidad que me dan de formar parte en ese plan que me lleva a ser cada día mejor.  Muchas gracias.

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