Roberto Aguirrezabala
Antimanifesto es un fotolibro que indaga en los movimientos ciudadanos de reacción frente al poder autoritario. Aunque la propia naturaleza iconoclasta del proyecto lo posiciona enfrentado al dogma, el fotolibro mantiene íntegro su carácter de manifiesto, entendido como un compromiso fundamental de actuación desde la disidencia civil y obrera.
En esencia, Antimanifesto está compuesto por dos libros, encontrándose uno físicamente dentro del otro. La pieza principal Anti examina, a través de la obra fotográfica y los objetos históricos intervenidos de Aguirrezabala, las revoluciones surgidas contra el dominio soviético dentro de los países satélites del Bloque del Este. Fueron vigorosas acciones de resistencia sindical, rebeliones obreras y levantamientos de sectores izquierdistas que pronto encontraron en el estalinismo una desviación grotesca del verdadero comunismo. Tras la desaparición de Stalin fueron numerosas las insurrecciones que se levantaron contra la hegemonía dominante. Las más tempranas tuvieron trágicas consecuencias, como las sucedidas en Berlín 1953, Budapest 1956 o las checoslovacas, Primavera de Praga y Carta 77. Más tarde, a finales de los años 80, las protestas fueron eminentemente pacíficas como el movimiento Solidarność en Polonia o la Revolución Cantada en los países bálticos. Con el cambio de década llegó el inevitable desmoronamiento del comunismo, donde una ambiciosa glásnost acabó devorando a una insostenible perestroika, en un último intento desesperado de regresar a un añorado y original marxismo-leninismo.
Dentro del libro Anti se oculta la segunda publicación, el Manifesto. Se trata de la primera versión original en alemán de 1848 del Manifiesto del Partido Comunista, que recorre sin interrupción las páginas del interior. El texto de Karl Marx y Friedrich Engels se encuentra ultrajado, invadido, agredido violentamente por un represivo Ejército Rojo. Aguirrezabala despliega sobre la obra alemana una serie de fotografías de escenas minimalistas a modo de viñetas, que transitan entre el humor, el juego irónico y la denuncia, situando a la población civil como pasivos testigos forzosos del estallido de la furia. Se establece así, entre los dos libros, un diálogo entrelazado en continua secuencia infinita, alternando entre sublevaciones liberadoras y una violenta represión que evidenciará la condena definitiva para la autodestrucción del estado
Mi trabajo tiene un carácter eminentemente multidisciplinar. La fotografía convive con los objetos intervenidos y la instalación para explorar los conflictos, tanto de identidad como sociales y políticos, del individuo. La fotografía que realizo no puede encuadrarse dentro del ámbito del reportaje, aunque realmente contenga numerosas conexiones con lo documental y habitualmente los temas que desgrano son parte de la prensa diaria y de la memoria histórica. Más bien me interesa la fotografía como ensayo, como una herramienta de discusión. Cada obra que construyo trata de ahondar en un momento puntual de la historia del siglo XX como si se tratara de un debate abierto con la actualidad, un diálogo con sus tensiones y enfrentamientos. Así, de un modo teatral escenifico esa dialéctica. Es ficción, pero también es documental. Todos los objetos que introduzco en cada obra, absolutamente cualquier detalle, vestuario, atrezzo en personajes y fondos, son objetos rigurosamente originales de la época y pertenecen al momento histórico que estoy tratando. Todo forma parte de la realidad y de la historia. Esto añade un componente documental que es esencial. Cuando aprieto el disparador de la cámara ya han pasado habitualmente dos o tres meses de preproducción. Un tiempo necesario donde los elementos, los objetos, los textos, se han ido añadiendo o quitando a medida que profundizo y concentro las ideas. La discusión y el diálogo se da durante todo este proceso. Y en un intento de estrechar distancias entre arte y sociedad, trato de conservar ese contexto de tensión en la imagen final para transmitir al espectador una narración accesible que le permita ser parte activa de la obra.