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Ulla von Czékus

Bailarinas. La naturaleza siempre me ha encantado y al recorrerla me doy cuenta de que allí existe algo mágico, puedo ver detalles, formas y movimientos en los extraordinarios seres que se me presentan. Descubro la delicadeza, la ligereza y la gracia. Para mí todos estos seres danzan, giran en todas direcciones, en una danza incesante, en una coreografía rítmica. Todo es movimiento, suave y armónico de una danza, ligera y bellamente ejecutada. La vida se baila. O, como dijo Friedrich Nietzsche, «debemos considerar días perdidos aquellos en los que no bailamos al menos una vez».
Lo que no es la danza es un objeto para ella, es una falda de tul, es una zapatilla de punta. Llevo estos seres y estos objetos de la naturaleza fuera de su hábitat. En el fondo negro, que no es el vacío, sino el escenario, entre luces y sombras, los seres en movimiento levitan y se estiran como si fueran personajes de una coreografía mágica. Como las figuras etéreas o los seres encantados y sobrenaturales, las dríades y las hadas, de los que nos enamoraremos, como James se enamoró de su sílfide en La Sylphide.

Ulla von Czékus (Salvador, BA, Brasil). Artista visual. De su madre heredó el placer y la fascinación por el cultivo de plantas. Influenciada por su padre -fotógrafo aficionado que le encantaba producir imágenes de momentos familiares- desde la infancia, se acercó a la visualidad de la fotografía. De adulta, combinó estas dos actividades en una sola para reflexionar sobre la transformación de la vida misma. En sus obras no sólo explora imágenes de estudio del universo botánico, sino también una conversación entre la característica indeleble del tiempo y la inconstancia de la vida humana, idéntica a la de las hojas, los frutos y las semillas que fotografía. En la actualidad, su trabajo se centra en pensar la vida como una experiencia continua frente a su resplandor y, concomitantemente, a su sorprendente efimeridad.

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